sábado, 14 de febrero de 2009

Cuando puedo, no cuando quiero


Es lo que nos sucede a todos en alguna medida u otra. Cuántas cosas he querido hacer, pero por no herir a los demás, o por no salir herida yo, no he podido hacer lo que quería con todo el corazón hacer. Creo que le llaman prudencia. Lo contrario, es ser temerario, o irresponsable, o como decimos en Chile, "care'raja", o sea impertinente.
Estoy como entre la espada y la pared de tanta prudencia. Siento que me voy a morir con un montón de cosas atoradas en la garganta de mi mente. Siento que la neurosis es, y será mi pan de cada día, y que nunca terminaré por estar completamente feliz con mi vida, contenta de lo que tengo. Porque no estoy teniendo todo lo que quiero. Y no porque yo así no lo quiera. Es porque si voy y tomo lo que que pretendo sea para mí, causaré dolor, y seré dañada de vuelta. No puedo llegar y decirle a la gente que me cae mal y me jode la existencia con sus exigencias, lo mal que me caen y porqué, a ver si así paran de exigir. Porque provocaré peleas, y tendré que escuchar cosas de vuelta que no me vienen al caso. Seguirá mi existencia siendo jodida por gente imbécil.
Seguiré quejándome es probable, aunque obtenga lo que quiero, es parte de la condición ¿humana?. Es parte del sentido de la codicia: querer más, y mejor, y que aún así, no te llene el alma ni un ápice. A mi me llena el alma estar sola. Pero claro, no se puede. Porque causaría dolor, y viceversa. Cuando uno quiere, nunca se puede.

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