jueves, 6 de agosto de 2009

Armonía Mental


Leí esto por ahí, y me parece que es bastante cierto:
"Así como el aire es la atmósfera del cuerpo, así el tiempo es la atmósfera de la mente.
Si el tiempo en el que vivimos consiste en meses y días irregulares, regularizados por horas y minutos mecanizados, en eso se convierte nuestra mente: una irregularidad mecanizada.
Ya que todo viene de la mente, no es de extrañarse que la atmósfera en la que vivimos, se vea cada vez más contaminada con nuestras irregularidades.
Y nuestra gran queja es :"no tengo suficiente tiempo". Quien posee tu tiempo, posee tu mente.
Posee a tu propio tiempo, y poseerás a tu mente".

Ahora, la pregunta es: ¿y a quién diablos le importa eso?. A mí pues. Y a cualquiera que le importe dejar de ser un ente carente de armonía. Aunque lograr armonía, pensándolo bien, es algo muy entre relativo y abstracto. Porque, ¿quién ha fijado ya los parámetros de lo que es la armonía, como para echarles un vistazo y obtener un ejemplo de ello antes de decidirse a encontrar los suyos propios?.
Y, ¿qué es la armonía después de todo, si no un cúmulo de observaciones acerca de lo que nos limita como seres pensantes y que deberíamos de erradicar de nuestras vidas para que deje de hacernos sentir como ratas de alcantarilla que nunca conocerán la luz del sol de su ciudad?. ¿Quién tiene tiempo de andar preocupándose de lo que se echa uno a la boca, y también a la mente?. Pues yo. A veces. Casi siempre. Yo suelo tener tiempo para causas perdidas en el horizonte de los demás. Soy yo la que le encuentra el sentido a lo que supuestamente carece de Sentido Común. Por eso es que estoy tan sola también. Me abandero en una patria ingrata, la de los incomprendidos. Ingrata, porque hay tanto para compartir, y nadie a quién fastidiar con esa buena intención.
Pero volviendo a la estrofa que leí por ahí, me parece que a pesar de pasármela en la dimensión mental, lo que menos hago es controlar mi mente. Me pregunto cómo lo hacen esas personas que se dedican a ello. ¿Controlando la respiración?. ¿Haciendo yoga?. ¿Comiendo sólo vegetales?. ¿Leyendo a O Sho, haciendo feng shui, encendiendo inciensos, escuchando Shakti o letanías tibetanas?. ¿Ninguno de los clichés anteriores?. Pues no. He leído mucho al respecto, sólo para darme cuenta una y otra vez, que no me acomodan los métodos que se recomiendan para controlar la propia mente. Onda: cambiar de hábitos de vida, para dejar de arrastrar consigo mal karma y esas yerbas; cambiar acciones impositivas (y para ello, cambiar de hábitos de vida; y para cambiar de hábitos de vida, hay que cambiar de vida), y rutinas varias... En fin, la solución es radical, porque implica cambiar todo aquello que te ha hecho llegar hasta aquí, y que te ha servido para darte cuenta de que debes cambiarlo. ¡Y yo no quiero cambiar!!!!!!. No, qué flojera. No tengo tiempo para ello. La mente no me da para tanto. Prefiero drogarme en vez, un cambio de panorama que igual ayuda su buen resto a trastocar rutinas por exquisita, y confortable insensibilidad, parafraseando a los extraterrestiales Pink Floyd. Sí, prefiero escuchar Pink Floyd además, a tratar de cambiar mi vida por un rato de armonía. Al cabo que es desarmónico dejar de ser lo que se es por tratar de controlar la propia mente. Aunque sigo encontrando bastante asertiva la estrofa esa que leí por ahí.

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