Soñé esta vez con delfines como orcas, con rasgos de adolescentes imberbes, y con pingüinos como niños que jugaban con ellos, en un mar muy austral, frío y agitado, de una ciudad tan larga como su costanera, extasiante, y en cuya alameda yacían durmiendo viejos barcos grandes y oxidados, adornándola. Yo me di cuenta de que soñaba, y entonces me encontraba con un marino italiano, y me le acercaba y le preguntaba en español: ”¿Me entiendes?”. El asentía, y a continuación yo le decía: “ Yo sé que esta ciudad es parte de un sueño, pero yo ya he estado aquí, de aquí soy yo, y siento una urgencia enorme por quedarme….”
Me miraba con rostro compungido, porque no podía hacer nada por mí, pues sabía que el despertar era inminente.
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