viernes, 18 de mayo de 2012

La Familia


La mía, apenas sí me conoce. Cree conocerme. Pero soy una total desconocida para ellos después de todo. Como en la mayoría de las situaciones de la vida diaria: la gente que nos conoce, cree conocernos, pero no es así. Y no es que yo ande con una máscara todo el día. Es solo que las cosas se han dado de tal manera en casa, que me he convertido con el paso de los años en una suerte de intrusa malviviente y parásita de doble filo. La verdad dicha sea de paso, que me da lo mismo. A estas alturas de mi vida no tengo ganas de demostrarle a nadie si valgo o no la pena. No soy como ellos, y punto. Nunca voy a ser la niña de bien que se esperaba que fuera. Ya no me preocupa que piensen que soy una fracasada. Tampoco quiero que me conozcan, me daría pánico escénico. Me acomoda mi papel de la "desconocida de siempre". No me gusta meterme en los asuntos de los demás, por lo tanto no me gustaría que se metan en mis cosas, ni quisiera tener que dar explicaciones de mis actos. Suficiente con que crean que soy una inútil buena para nada que va de mal en peor. El sólo hecho de imaginarme haciendo cosas para lograr la aprobación de los míos, hace que me baje una flojera atroz. En casa se piensan que estoy mal de la cabeza, porque escucho la música que escucho, por como me visto (como vestía en realidad), por las cosas que suelo hablar, por cómo me enojo por todo. Un sobrino mío piensa que de verdad estoy demente, que tengo un problema en la cabeza digno de psiquiátrico. (Se lo dijo a mi ex, el padre de mi hija). Bueno, parece ser que varios de mis sobrinos piensan que estoy mal de la cabeza. ¿Mal de la cabeza yo, que casi todo lo que tengo, me lo he conseguido solita, sin ayuda de los papitos?. Bueno, en fin, si mi familia supiera lo que pienso de ellos, creo que más mal aún me encontrarían.
Quiero llevar a cabo mi propio emprendimiento, me ha costado montones, pero lo haré porque es lo que me hace feliz. En casa piensan que sinceramente una vez más estoy puro perdiendo el tiempo, en vez de buscarme un trabajo de verdad para que me largue de la casa. No se preocupen que ya lo haré. Y cuando me vaya, no me volverán a ver ni la punta de la nariz, nunca más. Dénle amor a sus propias familias, y a mí los reproches de siempre, esos que vengo escuchando desde que puedo recordar. Sean felices, yo seguiré tragando pastillas para poder tragarlos a ustedes, a unos más que a otros. (Hay miembros de mi familia eso sí, que todo bien con ellos. Son los menos). Soy la misántropa que ustedes crearon. No me den todo el crédito a mí.

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