Está claro que, cuando no hay resiliencia, el dolor personal evoluciona en resentimiento. Como una herida que al no cicatrizar de manera favorable, procede en gangrena. Hay métodos para deshacerse de la gangrena, y también para erradicar el resentimiento. Supongo que el resentimiento, ya es materia de terapeutas y sicólogos.
En los niños, la resiliencia se da de forma más fácil de aprehender. Hay quienes dicen, se los he escuchado decir, que los golpes de la vida te pueden ayudar a crear una mejor persona de ti mismo más tarde. En lo personal, dichos golpes, y desagravios varios, no me han hecho mejor. No he sacado nada bueno de ellos. Quizás me han hecho un poco más empática con los que sufren, pero no me siento mejor persona por ello. Es más, hay quienes sufren, y si se trata de personas que me han hecho mal antaño, hacen que me sienta bien con su dolor. Apenas, y si es que, conmiseración. Como que, se me bloquea el aparato empático: no soy capaz de sentir buena onda ni nada. Nada pensándolo bien.
He visto, he notado, he comprobado, que la gente incapaz de sentir, es de lo más impulsiva que hay. Siempre en pos de la adrenalina, de alguna emoción fuerte que los haga sentir. Se manejan entre esos dos extremos. Hay ocasiones en que me ha dado miedo comprobar, que soy incapaz de sentir culpa. Que es por eso tanta estupidez cometida, con el único fin de sentir algo que me sacuda la psique, algo que me haga sentir, que no no soy una ovejita más chocando contra las paredes del corral. Menos mal que con los años se me ha quitado un poco, menos mal que he comenzado a sentir.
Este, es un post de lo más feliz. Porque quiero decir, que de los golpes de la vida no he aprendido nada bueno. No puede ser bueno, acumular podredumbre en la cabeza de uno. Nunca es bueno tener a más gente metida en tu cabeza, y tú con ganas de estrangularla. No son buenos los golpes de ningún tipo. Golpes, atraen más golpes.
Como este es un post feliz, agregaré, que el hedonismo propio de la vida, es lo que te deja algo de bueno, que más tarde acaba con la podredumbre, y más tarde se convierte en resiliencia que termina por repararte las raídas fibras de la configuración energética personal. Así después no se te anda escapando la energía cada vez que algo malo te pasa. Eso es peligroso, ¡ojo!. Cuando uno anda con las baterías a medio vaciar, es como andar con las defensas bajas: cualquier alérgeno te puede atacar y hacer daño. Cuesta volver a reestablecer la homeostasis (salud para los legos), especialmente la mental.
Bueno, siguiendo con eso de que cuando la vida te trata bien, aprendes cosas que te hacen y harán bien, quería decir por último que, cuando uno es animal de costumbres solitarias, no tener resentimientos, ayuda a estarse bien solo, e incluso facilita mucho más el desprendimiento del uno con los demás. Tener rencores, resentimientos, odios acumulados, rabias, etc., lo único que hacen, es mantenerte anclado a esa situación, amarrado por así decirlo a esos a quienes odias. Es un lastre que no te deja remontar el vuelo. Y lo peor de todo, es que solo te importa a tí, no a quienes odias, o resientes.
Esto no es filosofía oriental. Esto es algo básico del comportamiento humano. No hay que viajar a Shangri-La para entenderlo; no hay que ir a darle limosnas a los niños de las calles para volverse empático.
Al final, un resiliente o un resentido, se diferencian tan sólo en cómo toman las oportunidades que se le presentan. Uno es lo que es, de ocasión más que de vocación.
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