martes, 8 de noviembre de 2011

Algún día lo entenderás


Cuando yo era chica y me decían que tal o cual cosa “¡NO!...Algún día entenderás porqué” (bueno, casi todas las frases de “algún día lo entenderás” comenzaban con un “¡NO!” rotundo), era para mí una patada en el traste a mi entendimiento infantil de las cosas. “Algún día lo entenderás” era a mi parecer algo tan ambiguo como la figura de Dios, la inmensidad y/o profundidad del océano (dependiendo del contexto), la edad de los árboles, lo grande que podía ser el mundo y sus países, los extranjeros y sus costumbres, el calor tropical y el del ardiente desierto (vivo al sur del mundo, el calor es algo difícil de entender, y abrumador una vez que se entiende), la muerte, la eternidad, la pre-historia, y un largo etcétera.

Con “algún día lo entenderás” se ponía fin a lo que fuese que se estaba hablando o poniendo en discusión. Como la pornografía por ejemplo, cosa que ni los adultos entienden bien tampoco, y que a mí parecer solo le da rienda suelta a lo que vienen arrastrando desde chicos esos mismos adultos, algo carente de responsabilidad y contundente en irracionalidad, algo que ningún niño comprende pero que lleva latente dentro de sí por una cuestión biológica y/o sociocultural. Algo que “algún día entenderán” cuando sean bien viejos, y comprendan que tan solo se trata una vez más de un cúmulo de pecados de omisión de los adultos. Ya, pero ese es un asunto que no viene al caso ahora.

Con“algún día lo entenderás” además se relegaba al plano de lo intangible la promesa de un futuro entendimiento de alguna situación en cuestión. Parte de los pecados de omisión de los que hablaba. Esos que se originan más que nada de la flojera de tener que explicarle con manzanitas y peritas a un niño cómo es que son las cosas. Cosas que ellos mismos como adultos se tardaron en entender porque antes de ellos hubieron otros adultos flojos sin ninguna gana de explicar y luego debatir. Precisamente por eso: por la parte en que invariablemente se debate.

Ahora que entiendo muchas cosas, porque el consabido “algún día” terminó de llegar al fin, me doy cuenta de que hubiera sido excelente que se me hubiese perfilado, aunque sea de manera arcaica el asunto aquel que algún día entendería, un bosquejo, un pequeño adelanto.

Porque ahora sé que hubiese entendido de todas formas. Con lógica infantil, pero igual hubiese entendido.

Y eso me habría adentrado antes en el entendimiento del asunto, obvio, digo, antes de que me sucediese a mi vez. Me habría dado directrices para más o menos saber para dónde es que debería de haber ido mi razonamiento al respecto del asunto. Para haber tenido un entendimiento más correcto después.

Me habrían ahorrado tanta falsa expectativa que lo único que me hizo fue perder mi tiempo elucubrando tontas teorías acerca de las cosas. Jajaja!, a esas tontas teorías le llaman La Inocencia Infantil, esa que tanto nos quieren resguardar de niños, y que en pos de ello, enfocan mal las cosas que quieren que entendamos, y retuercen las que quieren que no entendamos todavía. En vez de entregarnos un contraste para que entendamos las cosas cabalmente desde niños. Nos subestiman desde pequeños, piensan que al no decirnos ciertas cosas como son, nos preservarán de cometer estupideces, y sin embargo se logra el efecto contrario: crecemos convertidos en unos verdaderos imbéciles que no tienen idea de cómo es que son las cosas en realidad, y para cuando por fin nos damos cuenta de cómo es que son, ya es muy tarde: hemos pasado a cometer ya demasiadas estupideces irreversibles.

Claro que de los errores también se aprende como reza el viejo adagio. Hay que cometer unos cuantos de ellos para recién poder terminar de aprender bien. Yo cometí muchos, y variados de ellos. Pero habría cometido menos si la lógica adulta (o más bien, la flojera por dar explicaciones) se hubiese dedicado menos a omitir, y más a argumentar. Los niños no nacen tontos. Nacemos ignorantes de todo, pero para nada tontos que no podamos comprender a la larga.

Es el deber adulto aleccionar o explicar de forma prolija a los futuros adultos. Si los adultos del presente tuvieran en cuenta de que DEBEN de dar lo mejor de su experiencia a los niños para que estos entiendan mejor y sin eufemismos lo que se les viene, habrían menos imbéciles en el futuro, y más seres comprometidos con sus congéneres y con su entorno.

No hay comentarios: