Finalmente, todos mis dramas se traducen en lo siguiente: no soy, ni he sido la mejor, en nada. Así de categórico el asunto.
No he sido ni la mejor hija, ni la mejor hermana, ni la mejor pareja de alguien, ni la mejor estudiante, ni la mejor madre, ni la mejor vecina, ni la mejor en alguna cosa. Pero eso sí: experta, y hasta campeona, en quejarme de ello. Y creer, o hacerme creer a mi misma que lo soy, o lo he sido ( la mejor). Y a veces creo que se me debería dar el crédito por ello. ¡El crédito de qué, por dios!. Si no he sido buena en nada, ¿porqué debería enojarme porque no se me reconozcan mis méritos?. Demás que los he tenido, pero como hoy día me doy cuenta de que no han sido nada, no se valen.
Y en vano busco la fórmula, y en vano la encuentro, porque después la olvido. No le he ganado a nadie, como decimos los chilenos. ¿Porqué he de enojarme tanto, porqué he de dejar que la soberbia me enceguezca?. ¿Porqué he de creerme la pobrecita del cuento, si no he terminado todo lo que debía, para poder así ser la mejor en todo?. Ah, me hago la pobrecita porque en el pasado, no se me reconoció nunca lo bueno, y se me siguió exigiendo que diera siempre lo mejor de mí. Cuando era chica, pensaba que si me sacaba buenas notas, me portaba bien, y hacía todo lo que se me pedía, entonces mis padres, y mi familia entera, comenzaría a tratarme con cariño. Pero eso nunca sucedió. Regalos sí, para las navidades, para los cumples, pero ¿un cariñito en la cabeza, un abrazo de pronto, un besito tal vez, un “mi amor”?. Nunca. La pura verdad.
Me hago la pobrecita porque de verdad que no recuerdo alguno de esos gestos. Yo sé que sí he hecho las cosas bien. Y no he recibido crédito por ello, de mi familia al menos. Todo parte de la familia. Y si la familia no te da amor, y se dedica a criticar tu forma de ser, a ver sólo lo malo en ella, pues una crece chuequita y rebelde, adicta a cualquier cosa que se dé fuera del hogar. Sin ninguna gana de dar lo que te piden. ¿Quieren buen comportamiento, quieren cama hecha y cuarto ordenado, quieren que obedezca las reglas, quieren buenas notas (un momento, en eso no fallaba que recuerde), quieren a una señorita que use ropita decente?. Pues váyanse al diablo con sus peticiones, porque.... ¿Porqué he de dar si nunca recibo algo a cambio, aparte de coscorrones y patadas en el ass?. Por último un “¡Qué buena hija!, hizo caso en todo”. Pero, nada. A veces una cara de contento, cuando ganaba concursos de arte.
Y años más tarde, heme aquí: fracasada, tratando de ganarme la aprobación de.... ¿La mía?. Já!, no, la mía no. Mi opinión nunca ha contado. ¿La de mi familia?. Ésa tampoco, jamás les ha importado verdaderamente quién soy yo, qué me gusta hacer, o qué espero de la vida, aparte de estupideces por lo visto. Mi familia piensa que soy la encarnación misma de lo que es una oveja negra. Si buscan en el diccionario, seguro que verán mi retrato, y no les extrañará.
Ahora bien, ¿porqué la necesidad ahora de ser la mejor?. Porque me quedé pegada en ello de que la única manera de ser querida por algo, dejar de ser criticada, de recibir amor y qué sé yo, aprobación, es ser la mejor en algo. No quiero ni fama ni reconocimiento ni premios ni nada. Quiero ser querida por quienes quiero. Quiero que me den amor. Abrazos, besos, palabras cariñosas, lindos gestos, un pony, todo eso.
Dicen que para recibir amor, hay que darlo primero. ¡Mentiras!, si no lo sabré yo. Hay que ser el mejor, o la mejor. Y el amor llegará, quién sabe cómo, pero llegará. Y serás importante para alguien, y te dirá que eres la mejor en su vida. Y querrá estar siempre contigo, y confiará plenamente en tí y en tus capacidades, esas que siempre tuviste pero que por culpa de no ser la mejor, nadie había notado.
Y al cabo que ni sé si eso será tan así. Es mi convicción de las cosas, dada por mi experiencia de las cosas. Si no es así, pues seré yo, v/s lo que verdaderamente sea. Y al carajo todo lo demás, porque si hay algo en lo que sé, soy la mejor, es en creerme a mí misma todo lo que me digo.
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