sábado, 10 de diciembre de 2011

En un mundo de mujeres


Las mujeres sí que se pelearían a combos como los hombres, solo que no sería algo habitual. Y tampoco por “hembría”, (la progesterona y esas cosas), u orgullo femenino pisoteado. Sería por asuntos territoriales aunque cueste creerlo. Sería por competencia, por ver quién toma primero algo para obtener beneficio de ello. Algo parecido a lo de los hombres, pero sin quedárselo para sí para siempre. Cada pelea eso sí comenzaría con una larga discusión, llena de descalificativos bien acertados para la otra. Y no siempre terminaría en combos la cosa, pero si así fuera, la cosa sería terrible. Y nadie terminaría amiga de nadie después, nadie calmaría la tensión. Sería una bien agresiva imposición de la voluntad.

Un mundo de mujeres, sería un mundo menos invasivo con el entorno, pero sí bastante ambicioso socialmente, lleno de reconocimiento, lujos, comodidades, pragmatismo en los servicios públicos. Y serían ellos los que tendrían que esforzarse al máximo por embellecerse, y culturizarse además para que las mujeres los queramos para algo más serio que tan solo satisfacerse. Porque olvídate que tendríamos a los hombres tan solo para preñarnos. O sea, sí. Y para que después con su fuerza bruta defiendan el nido, lo limpien de vez en cuando y mantengan alimentados a los polluelos, y salir a trabajar en sus trabajos mecánicos metódicos y cuadrados si les queda tiempo, mientras ellas realizan sus labores que tendrían que ver más con la innovación, el trabajo intelectual y la lectura que su parte verbal más desarrollada les impulsaría a llevar a cabo, y las delicadas artes que su motricidad fina les permitiría. O quzás habría más equidad en el reparto de os roles. Sería un mundo más armónico eso sí, donde la patafísica sería una de las tantas paraciencias, y en donde la lógica y la filosofía serían tan solo una segunda opinión. En un mundo así, echaría de menos la música que escucho ahora, llena de la masculinidad de siglos de música hecha por hombres, lejana a la influencia femenina, con solo el atisbo su femeneidad interior de hombres. Pero carente de todo el metaentendimiento de las cosas, propio de la femeneidad eso sí. En un mundo de mujeres, no estaríamos condenados a que la nanotecnología, la cibernética y la robótica nos terminen por arrebatar la vida que conocemos como tal hasta ahora.

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